miércoles, 10 de junio de 2020

Capítulo 16





Inés mira el torso desnudo de David con deseo. Durante años soñó volver a estar con él y le atormentaba ese sueño.  Nunca pensó que la cosa se daría de una manera tan extraña. A David le divierte la situación. Siente cierto rencor hacia Inés porque la considera responsable de lo que es su vida en esos momentos. Una profesión que nunca buscó y que no le gusta. Aunque ahora bendice el día en que se metió en el campo de la prostitución. Sólo por vivir ese momento ya le merece la pena. David sonríe cinicamente. Inés se da cuenta que sigue siendo el mismo muchacho que se burló de ella. Quisiera irse antes que él la volviera a lastimar pero no puede está atrapada en su mirada. Con sarcasmo él le dice:
--vaya vaya vaya con la zorrita de Inés... tan bajo hemos llegado... Si lo supiera mi padre...
David se ríe. Inés está derretida por él. Le gusta mucho pero no se deja humillar. Él tampoco está en condiciones de hacerlo:
--tú no has llegado muy alto que digamos --le reprocha.
Él sonrie. Es una sonrisa que a ella la tiene loca.
--tienes razón --dice divertido-- jamás pensé que me pagarías por hacerte el amor... es excitante... ¿aún eres la esposa de mi padre, no?
--si aunque hace años que no sé de él.
Él le acaricia los senos y ella empieza a jadear. Ya no hay marcha atrás. Aunque por una parte ella quiere huir ahora si que ya no puede. Sólo desea que le haga el amor como aquella vez :
--dejemos de hablar... no me pagas para eso... --dice él mientras la va desnudando.
--¿en serio me vas a cobrar?
--claro... es mi trabajo.. --dice él devorando los senos desnudos de ella.
Ella quiere decirle que así no pero le gusta mucho...



Gerardo y Nemesio llegan al apartamento del primero. A Nemesio los ojos se le llenan de lágrimas. Le emociona estar en ese lugar que durante unas horas fue su hogar. Todo está igual, ese lugar en el que soñó que Gerardo era su marido, que estarían siempre juntos. Gerardo siente que Nemesio es el mismo chico que metió en su casa. Él que se moría por él.
--No ha cambiado nada. Este lugar sigue siendo el mismo. Veo que ti vida no ha cambiado nada --dice Nemesio emocionado.
--Sí tienes razón. El sexo es lo único que me importa. Yo no me he quedado anclado en el pasado como tú -con rintintín.
Nemesio se ha sentido herido y Gerardo siente haberlo herido. Por dentro se maldice porque lo que quisiera decirle es que quiere estar con él, sin atacarse, quiere encontrar una palabra para definir lo que está sintiendo en ese momento.  Por otro lado siente mucha rabia y asco de la profesión del chico y por eso lo ataca. Para devolverle un poco el ataque, el desprecio, Nemesio le dice:
--¡¡pagame¡¡no te voy a salir tan barato¡quiero más dinero¡
Gerardo le tira el dinero con desprecio al piso. Nemesio lo recoge con rabia. Gerardo se acerca a él. Lo trata con mucho desprecio.
--¿¿¡no te da asco tirarte a cuanto viejo se cruce en tu camino?
--Más asco me da tener que hacerlo con imbéciles como tú.
Los dos se miran con odio y con deseo. Los dos no pierden oportunidad de humillarse, de atacarse. Los dos se desean y se odian. Como si lo fuera a matar, Gerardo se baja los pantalones, entre sus manos agarra su herramienta sexual y como una amenaza le dice a Nemesio:
--¡¡chupamela, putón de mierda¡
Nemesio se iba a levantar:
--¡¡a mi me respetas¡
Gerardo se ríe. Con una mano lo sujeta fuerte en el piso para que se quede de rodillas.
--¡¡yo pago lo que me pidas...¡ ¡¡pero haces lo que se me pegue la gana, putón¡¡
Nemesio engulle el aparato de Gerardo. Es algo que produce un gran gozo en los dos. Nemesio lo muerde, lo chupa con desesperación. Lo está lastimando.   Gerardo no se quiere quejar, se quiere aguantar.
-¡¡así no¡ ¡¡eres una bestia¡¿que clase de puto eres que no la sabes mamar?
Trata de sacársela de la boca pero Nemesio la está mordiendo. Gerardo le da un golpe en la cabeza:
--¡¡ya sé que estás loco por mí, que llevas años deseando hacerme una mamada pero controlate¡
Nemesio se la saca de la boca. En realidad Gerardo tiene razon pero no quiere que se dé cuenta.
--a mis clientes les gusta que sea agresivo --dice Nemesio burlón.
--¡¡pues a mí no¡
--claro, yo a ti te gusto¡ --dice Nemesio atacándolo.
No está mintiendo y a Gerardo le da mucho rabia que haya descubierto sus sentimientos.
--¡¡eso no es verdad¡
De rodillas frente a él Nemesio le dice:
--Venga, si desde que nos volvimos a ver deseas echarme un polvo... habrías matado por eso.
A Gerardo no le gusta nada el tono despectivo de Nemesio. Le diría que se fuera pero lo desea demasiado. Se la mete de nuevo  en la boca.
--¡chupa suave y calla¡
Los dos cierran los ojos. Se olviden de todo. Deseban tanto ese momento. Nemesio chupa, saborea bien despacio. Con su lengua. Con sus dedos. Acaricia mucho los testículos de Gerardo. Abre los ojos. Nota algo que no le gusta. Toca mucho uno. Retoca. Nervioso le pregunta a Gerardo:
--¿te haces autoexploraciones en las bolas?
Gerardo abre los ojos. Mira a Nemesio incrédulo:
--¿¿qué tonteria es esta? ¡¡chupa y calla¡
Vuelve a cerrar los ojos pero Nemesio no chupa, sólo toca en el mismo sitio. Gerardo abre los ojos:
--Mira me encanta que me toquen las bolas pero te estás pasando ¿no? El contador corre.
Gerardo usa un tono de voz brusco. Nemesio se ve seriamente preocupado:
--Es buento tocarse las bolas para explorárselas después de una ducha caliente, almenos cada mes. He tenido varios clientes que han perdido un testículo por culpa del cáncer de testículo.
Nemesio de rodillas mira a su amado preocupado. Gerardo está boquiabierto:
--¿me estás haciendo una joda no?
--El cáncer en las pelotas es más común de lo que la gente cree.
Gerardo se aparta. Está nervioso.
--¡¡yo no estoy enfermo¡
Nemesio se levanta, se acerca a él. Lo mira con cariño y angustia:
--¿No te has dado cuenta que una de las bolas es más grande que la otra? Antes no lo tenías.
--bueno sí pero... --nervioso.
--¿te duelen los pezones? --Nemesio se los toca.
Gerardo se aparta porque sí le duelen.
--¡¡no quiero seguir hablando de esto¡
Nemesio le agarra la mano:
--mira tócate bien.
--¡¡estamos perdiendo el tiempo¡
Nemesio insiste preocupado:
--¡¡tocate las bolas¡ ¡¡sólo es un momento...¡
--¡¡puedo yo solo --dice apartando su mano de la de Nemesio.
Gerardo se toca las bolas mirando a Nemesio lascivamente:
--¿y ahora qué?
--así no --Nemesio desesperándose.
Nemesio le agarra él la mano y hace que se toca una de las bolas con cuidado.
--¿lo notas? Tienes un bulto duro. No se mueve ¿te duele?
Gerardo hace que no con la cabeza.
--Puede ser cáncer... Ves al médico.. Si se agarra a tiempo es curable casi en el 100 por 100 de los casos pero tienes que ir al médico.
Gerardo se pone muy agresivo.
--¡¡vamos a coger o no?¡
--Yo creo que es mejor...
Gerardo lo interrumpe. Lo agarra del cuello:
--¡¡te pagué para eso, maricón¡
Nemesio siente su odio y le duele.
--¡¡está bien¡ ¡¡vamos  a hacerlo¡
Los dos se desean en cambio se lastiman. A Nemesio le duele mucho las palabras de Gerardo así que olvida su preocupaciòn.


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