--¡¡no puedes seguir pensando en el novio de tu hijo...¡
tiene una herida en su corazón:
--¿y aún serán novios?
No ha hablado con su hijo. No podría, no suportaría pensar que han compartido al mismo hombre. Además como su hijo tampoco se ha puesto en contacto con él tiene miedo que él sepa lo que ha pasado y no quiera saber de ella. Sin sus hijos, sin David se siente vacía. Sobre la mesita hay la foto de una niñita de cinco años. Toma la foto con emoción:
--ella... mi luz... Lucecita mía... Mi único motivo para vivir... Mi secreto más mio... más hermoso...
Aunque se siente realizada como madre como mujer se siente vacía. Está mirando el periódico. En las secciones de contactos.
--¡¡no... dijiste que nunca más...¡ ¡¡no puedes seguir buscando en otros jóvenes lo que él te dio¡ ¡¡debes olvidar esta locura...¡ ¡¡no puedes seguir pensando en él...¡
Pero el placer que sintió al estar con David fue demasiado grande. Los años no lo han podido olvidar y no desea nada tanto como volver a sentir lo que él la hizo sentir. Señala un aviso en el periódico: "Morenazo, sexy, 22 años... A ti mujer cumplo todos tus sueños...". El corazón de la mujer late con fuerza. Más que nunca piensa en David y más que nunca necesita ese polvo.
--es una locura... es una locura...
Pero señala el anuncio y es más llama. Se siente como una adolescente haciendo una travesura.
Mientras Carmen se está duchando. Habla con Ana.
--no sabes lo que me pasó...
Ana se acerca al baño encantada. Así tiene la excusa de verla desnuda. Su frustración por desear estar con una mujer pero no atreverse la está convirtiendo en una mujer amargada.
--Gerardo quería hacer el amor conmigo pero no pudo... No se le levanta... Debe ser la edad...
--No maches, Carmen... Gerardo es gay...
--Pero te juro que se moría por hacerme el amor... Yo creo que no le gustan tanto los hombres ya,...
--¿es que crees que las tendencias sexuales es algo que cambias como si cambiaras un bolso?
--pues no estaría nada mal --dice divertida.
Suena el teléfono. Toma la llamada Ana.
--quien es...?
--Está Cristina...?
Es Lucía la que habla es una voz muy sensual y femenina que penetra en Ana.
--No, es número equivocado pero que más quisiera yo que ser Cristina...
Lucía escucha sorprendida:
--¿dónde llamo? ¿quien eres?
--Me llamo Ana... ¿y tú?
--Lucía, tienes una voz muy bonita...
Ana se estremece:
--en serio... A mí también me gusta escuchar tu voz...
Sin darse cuenta las dos extrañas comienzan una conversación:
--Me gustaría volver a hablar contigo... ¿te puedo llamar otro día? Tal vez nos podamos llamar...
--sí, me gustaría mucho...
Ana está muy contenta. Al colgar suspira enamorada. Carmen se acerca a ella envuelta en una toalla.
--¿quien era?
Ana trata de ocultar sus sentimientos:
--número equivocado.
Carmen se le ríe:
--¡no te hagas si parecía que hablabas con tu novio...¡
Ana se siente extraña. No está segura de estar preparada para tener que dar explicaciones, igual le apetece mucho vivir un amor
Inés llega a la habitación nerviosa.
--Pasa...
Es una voz varonil que la seduce, que se le ha clavado en el alma.
--¡¡no, no puede ser...¡
Entra con miedo. Siente que el corazón se le va a escapar de la garganta. Ahí está él. David. Sin camisa, de espaldas. Con unos jeans que le hacen un culo de infarto. La mujer está en shock. Ha deseado tanto ese momento, volver a verlo. Volver a estar en sus brazos. Son tantas preguntas las que se le pasan por la cabeza: qué ha hecho en los últimos años, si sigue con su hijo... No le sorprendería que se dedicara a la prostitución si fuera con hombres pero con mujeres... Está tan sorprendida:
--¿debe estar tanto con mujeres como con hombres? --piensa.
Inés lo mira en una mezcla de amor, deseo, odio, asco. David le habla coqueto:
--¿qué pasó, linda? ¿porqué tan callada? ¿qué te apetece que hagamos?
David se gira y se queda con el rostro desencajado. Lo que menos esperaba era que ella se le ofreciera como cliente.
Mientras, otro que está perdiendo su orgullo es Gerardo. No desea otra cosa más que hacer el amor con Nemesio. Se acerca a él al antro. Nervioso.
--¿¿cuanto cuestas? ¡¡esto dispuesto a pagarte lo que me pidas¡
Nemesio siente la vergüenza de Gerardo, siente su humillación. Ahí es donde lo quería tener. Él también desea hacer el amor con él. Tiembla de deseo pero también lo quiere humillar. No lo quiere hacer de gratis. Aunque lo que desea es besarlo y decirle que lo ama pesa más esos años de rencor. Mientras que Gerardo no se atreve a mirarlo a los ojos, Nemesio le dice burlón:
--asi que estás tan desesperado. Muy mal.¿qué pasó? te haces viejo? Ya nadie quiere hacerlo contigo y estas desesperado. ¿Llevas mucho solo pajeandote?
Gerardo se siente muy incómodo. Le da pena que la gente sepa que está acudiendo a un profesional. Mira a Nemesio herido. Sólo un segundo:
--no soy tan viejo como esos asquerosos con los que están. Tú me dices lo que cobras y yo te pago ¡¡cuanto¡?
Nemesio se hace el dificil:
--no sé... no sé... --dice riendo-- tampoco no me voy con cualquiera que me lo ofrezca.
Gerardo saca su billetera y empieza a sacar billetas. Está desesperado:
--¡¡cuanto?¡por un demonio, no me vuelvas loco¡¡
Por un lado a Nemesio le gusta ver a un Gerardo desesperado. Le gustaría creer que lo está amando pero sabe que es sólo sexo. Le duele pensar que después de esa noche ya no lo volverá a ver. Quiere rechazarlo pero no puede. Lo ama y lo desea. Se conformará con haberlo humillado.
--quien lo hubiera dicho ¿no? --Nemesio riendo-- tú que tanto me despreciaste, ahora me buscas y me pagas ¿tanto te gusto, tanto deseas hacer el amor conmigo?
A Gerardo le duele mucho el desprecio de Nemesio, quisiera irse pero sabe que es ahora o nunca. Siente que si no hace el amor con él esa misma noche se va a morir de deseo.
--¿No que no me recordabas? --dice Gerardo con burla.
Nemesio siente que no podrá fingir más indiferencia. Agarra todo el dinero que le ofrece. Gerardo con desprecio:
--creí que serías más caro,siempre fuiste un imbécil.
A Nemesio le duele que Gerardo siga humillándolo. Se muestra frío:
--¡¡vamos a hacerlo, luego no quiero que me molestes¡ --dice Neme herido.
Gerardo se ríe:
--¿y para qué te tengo que querer volver a ver? Sólo sirves para diversión pasajera. Eres usar y tirar. No tienes nada más que ofrecer.
En realidad Gerardo está sintiendo un fuego que no está seguro que el sexo lo apague pero confía en que sí. A Nemesio le duele mucho el desprecio de Gerardo cuando él arde en deseo de hacerle el amor. Ya no se puede echar atrás. Lo trata con el mismo desprecio que Gerardo lo trata a él.
--¡¡pues venga, que no tengo toda la noche. después de ti me esperan otros clientes¡
Nemesio se adelante hacia la salida. A Gerardo le da mucho rabia pensar que después de acostarse con él, Nemesio vaya a estar con otro tipo pero se traga su rabia. Los dos fingen dureza cuando en realidad sienten cosas bonitas el uno por el otro.
--¿vamos en tu auto? --Nemesio muy frio.
--¿y donde vamos?
--A tu casa o al hotel donde voy yo siempre.
--No, no quiero meterme en la misma cama en la que metes a todos viejos repugnantes --Gerardo con desprecio.
--¿celoso? --burlón-- No vamos a hacer el amor, sólo es sexo.
A Nemesio le cuesta mucho fingirse indiferente y a Gerardo le da mucho rabia sentir que lo trata como trataria a cualquier cliente.
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